lunes, diciembre 24, 2007

FELIZ NAVIDAD


Felices Fiestas a todos los amigos y visitantes de este blog.
Un abrazo muy cordial a todos.






Os dejo un cuento que acaba de escribir mi hija (13 años):

Conocí a un amigo que cuando llegaba la Navidad, se sumía en lúgubres pensamientos…

¡No! ¡Otra vez la Navidad!. ¡Qué agobio!.¡La gente asalta los almacenes en manada como si regalaran las cosas! Regalos, regalos, regalos. Pero, si tenemos todo el año para hacernos regalos. ¿Por qué tanta ansiedad?. ¿Por qué tanto simulacro? ¿Y esos horrendos Papás Noeles, torturándonos en cada esquina con sus risas enlatadas? ¿Por qué vestirá de rojo Papá Noel? ¿No podría renovarse un poco y utilizar el verde, el azul, el amarillo o –estaría bien- el negro?. ¿Y qué decir de esos ejércitos de Reyes Magos y de sus legiones de pajes siempre con sus ropajes retro?. ¿Acaso seguimos en la Edad Media?. Ahora que ya nadie es monárquico, no les vendría mal un poquito de renovación. ¿Por qué no les dejan una temporada el cargo a las ministras del gobierno que visten más moderno y son mujeres? ¿O a los de ERC?. O mejor a los de Iniciativa... ¡tanto consumismo no es bueno ni para los niños ni para el planeta!. De Papá Noel, mejor que haga Zapatero, que también lo clava y es más actual.

Pero todas esas quejas no le servían para paliar la soledad que sentía durante estas fiestas. Cuando paseaba por las calles iluminadas con estrellas, trineos, árboles, todo se le antojaba falso e ilusorio. Le molestaba ver a tanta gente contenta, feliz, con sus niños pequeños riendo y comiendo golosinas, mirando los tenderetes repletos de figuras, musgo y belenes, o embobados ante los escaparates y los espectáculos callejeros.

Pasaron los años y sus sentimientos no cambiaron demasiado. A veces, algún espejo o vidriera de la calle le devolvía su imagen triste y solitaria y de golpe sentía como un gélido escalofrío recorría su espalda. Y aunque él no se toleraba demasiadas debilidades emocionales, cuando eso ocurría, cada vez le csotaba más reprimir una intensa sensación de amargura y pena, que amenazaba con inundar sus ojos de lágrimas. Pero, al final siempre se imponía su orgullo, y se reafirmaba en aquella decisión ya lejana: “No y no -se decía-, prefiero estar solo que pasar las navidades con ellos”. .

Sin embargo, todo esto cambió recientemente y de forma muy positiva. Una serie de hechos ayudaron a resucitar el espíritu navideño que seguía escondido en su interior...

El año pasado, el 25 de diciembre, ese día en el que desde que abandonó la casa paterna su alma inevitablemente se veía invadida por sentimientos depresivos, recibió una extraña carta, sin sello. Alguien debía haberla colocado personalmente en su buzón.

"Querido Juan.

Hace años que te fuiste y no sabíamos nada de ti. Nos ha costado encontrarte. Nos quedamos muy tristes y desconsolados con tu partida. Te entendemos No supimos comprenderte. Perdónanos hijo.

¿Querrás reencontrarte con nosotros? Hijo, mañana te esperamos en la fuente de la Plaza Cataluña a las cinco de la tarde. No conocemos demasiado la ciudad y si no apareces o no das noticias, entenderemos que no quieres volver a vernos y volveremos a casa.
¿
Vencerás ti resistencias? ¿Tendrás valor para dar ese paso? Tu padre y yo lo deseamos con toda el alma."

Mi amigo no sabía que hacer. ¿Y si era una broma pesada de algún perverso desalmado que quería regodearse haciéndole sufrir? Pero al fin se decidió a hacerlo.

Al llegar al sitio propuesto vio que no había nadie. Esperó diez minutos y ni rastro. Pero, al cabo de quince minutos vio aparecer un tropel de gente conocida, que levantaban entre todos un cartel en el que se podía leer: ¡FELICIDADES JUAN!

Efectivamente, ¡era el día 26, el de su “cumple”! Hacía años que no lo celebraba. Pero lo más impactante no fue eso. Estaban sus padres, sus hermanos, sus tíos, sus primos. Todos le pidieron perdón por no apoyarle cuando decidió irse a trabajar a un periódico de Barcelona. Nunca aceptaron que se fuera a una ciudad tan lejana. Siempre habían sido una familia muy unida, que no se separaba por ningún motivo.

Aquel reencuentro le devolvió a mi amigo la ilusión y la alegría de la vida. Recuperar la confianza en sus seres queridos fue el mejor fue el mejor regalo de su vida.

Ahora ha resuelto, no dejar pasar más de un mes sin hablar con los suyos y su ilusión es reservarse cada trimestre unos días para volver a verles. Desde entonces, su propio hogar empezó a resultarle más acogedor, y se siente más contento de ser cómo es y de llevar la vida que lleva.

Aquel día recuperó las ilusiones perdidas.


Elena J. Q.


Me encantan estas fiestas. ¿Quién no siente la llamada al perdón, al reencuentro y a la reconciliación durante este tiempo ritual?.

¿Hay algo que no se pueda perdonar?

Cualquiera que se conozca un poco sabe cuantas tonterías somos capaces de hacer si nos dejamos llevar por nuestro tirano interior. ¿Cómo no vamos a entender que a otros les suceda lo mismo? Y si hay alguien tan esclavizado por su tirano interior que ni siquiera desee liberarse de él, como mínimo, siempre podremos perdonarle en nuestro corazón.

miércoles, diciembre 19, 2007

Generación YO

Días después de asistir a un ciclo de charlas sobre los adolescentes al que aludí en mi anterior post , cayó en mis manos el artículo que reproduzco sobre la llamada GENERACIÓN YO (EP3, EL PAÍS, viernes 7 de diciembre) En sus análisis y comentarios he creído reconocer mejor que en algunas de esas conferencias la realidad de los adolescentes actuales.

YO SOY LA ESTRELLA

TEXTO: XAVI SANCHO REALIZACIÓN: GERARD ESTADELLA

"Han crecido cuestionando a los padres. Y ahora, a los jefes" (J. Kaplan)

"Parece que hoy todos quieren ser y vestirse como si tuvieran de 20 a 25 años” (Jean Twenge)

"En el capitalismo global todos actúan como estetas de clase media" (Eloy F. Porta)

Manejan Internet como una extensión de su propio cuerpo y la emplean para autorretratarse y documentar públicamente sus experiencias. Sin pudor: la estrella soy yo, y el mundo entero, mi público. A esta generación yo se la podrá tachar de frivola y narcisista, pero demuestra, ante todo, un asombroso realismo: ¿quién mejor para promocionarse que uno mismo?

TEXTO: XAVI SANCHO REALIZACIÓN: GERARD ESTADELLA

"Ojalá fuera especial, tan especial /pero soy un arrastrado / soy un raro/ ¿Qué demonios hago aquí?/ No pertenezco a este sitio"(Creep. Radiohead, 1993).

"Alala alala / Eres tan guay /¿Puedo ser tu amiga? /Te conduciré hasta el final / Alala alala / Estoy tan preocupada / Me. compré esta ropa pija / y sigo pareciendo tan fea" (Alala. CSS, 2006).


TRECE años y más de media docena de intentos de definición generacional separan estas dos canciones. El tránsito de una quinta que se odiaba a contraluz a otra que dice odiarse en fluorescente, que no es más que quererse en otro color. Porque las reglas han cambiado y la demografía, la geografía y la coyuntura macroeconómi-ca no son los principales elementos para formalizar el retrato generacional. De la disolución de las tribus urbanas, a la democratización de la moda. Del nihilismo, al narcisismo. De la obsesión adolescente por la privacidad, al exhibicionismo. Del "mi querido diario" a "he cambiado el color de mi perfil online". De la soledad de mi habitación con The Cure cantando cómo me siento, a toda esta multitud que ha entrado en mi alcoba a través del ADSL pidiendo que me haga otra foto con el móvil y le envíe un e-mail con el último sencillo de Klaxons en MP3.

Generation Y, Millenials, generación yo.

Hijos de padres sobreprotectores que les han convencido de que son especiales, de que deben aprender a amarse a sí mismos antes de querer a los demás.

Víctimas y verdugos de la cultura del "tú también puedes hacerlo", opuesta a los que crecieron con el "no intente hacer esto en casa".

Ex-travertidos, narcisistas, ¿o, mejor, individualistas? Están encantados de conocerse y tienen unas ganas locas de que les conozcas, pero demuestran ser tremendamente realistas: saben que nadie les promocionará mejor que ellos mismos, y que Internet es el vehículo perfecto para conseguirlo. Tú puedes ser tu propio Gran Hermano. Esto va a ser muy divertido. MySpace, YouTube,flickr,facebook, wiki-pedia,fotolog, blog,xanga, sconex...

Hasta hace un rato, la mayoría de estudios generacionales habían sido creados desde una perspectiva anglosajona, basada en sus vaivenes macroeconómicos, en demografía (hay dos décadas de diferencia entre el babyboom yanqui y el patrio) y las tendencias de su industria cultural. Esta vez existen rasgos comunes, un principio de homogeneización. Claro, según la Asociación Europea de Publicidad Interactiva (EIAA), el 82% de los jóvenes españoles entre 16 y 24 años confiesan conectarse a la Red una media de 12 horas semanales, prefiriendo sacar humo del rooter que del mando a distancia y si, además, las redes sociales de Internet son utilizadas con frecuencia por un 47% de usuarios, la receta global está servida. En España,, se utiliza el Messenger el doble que en el resto de Europa, y un 83% declaramos que no podríamos vivir sin alguna de las opciones que ofrece la Red. Ya tenemos nuestra propia oficina de MySpace España. Se celebró su llegada con un concierto de Smashing Pumpkins, antiguos epígonos de la generación X. "Cualquier cosa que se haga para destruir la herencia de las generaciones precedentes y hacer la vida imposible a las subsiguientes me parece chachi", apunta Eloy Fernández Porta, profesor de Humanidades en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y autor del ensayo Afterpop (Benerice, 2007). "Esta generación, en la medida en que la conozco por mi trabajo universitario, es mejor que la que tiene el poder ahora; no están calvos, no votan y, sobre todo, no les parece que Ángela Molina se haya vuelto más glamurosa con los años".

Este grupo se caracteriza por
una enorme autoestima,un narcisismo desarrollado hasta al paroxismo, un dominio de las nuevas tecnologías casi terrorífico,una acumulación de experiencias vitales de gran precocidad, una sanísima falta de prejuicios estéticos y musicales y un desprecio por lo establecido, no procedente de una herencia anarcosindical o de rebeldía punk de anuncio de refrescos, sino de un convencimiento casi absoluto de que ellos saben más y mejor.

Ellos son lo más importante de sus vidas. Y de la tuya. "Han crecido cuestionando las decisiones de sus padres y ahora cuestionan las de sus profesores o sus jefes.

Es muy difícil lograr que se callen y casi imposible que se adapten al clásico esquema de uno ordena y otro acata", apunta Jordán Kaplan, profesor de Relaciones Laborales de la Universidad de Long Island.

Jean Twenge, autora del libro Generation me (Free Press, 2006), estudio fundacional de estos jóvenes nacidos a partir de 1980, encantados de conocerse —y de que les conozcas—, recuerda:

"Esta gente con un nivel tan alto de narcisismo encuentra serios problemas a la hora de articular sus relaciones con otros humanos. A pesar de ser muy transparentes en tanto que exhibicionistas, el mundo no conectado a sus principios sigue encontrándolos complicados de entender. He recibido cartas de madres, profesores o jefes que afirman haber entendido el extraño comportamiento de hijos, alumnos o empleados tras leer el libro".

Y es que, a diferencia de otras generaciones, ésta es menos comprensible porque tiene muchas menos ganas de explicarse.

Eso sí, si los hippies eran despreciados por sucios, los punkis por peligrosos o los grunges por nihilistas, estos jóvenes de los "20 megas a ver si te enteras" despiertan la simpatía y el interés del establishment, ya sea porque se les supone tecnológicamente eficientes, o por la reciente llegada a los órganos de decisión metacultural de la generación Peter Pan.

Twenge lo tiene claro: "Los niños quieren ser adolescentes lo antes posible, mientras que los adultos, ya sean jóvenes o sospechosamente mayores, quieren mantenerse adolescentes el máximo tiempo posible. Parece que hoy día todo el mundo quiere actuar y vestirse como si tuviera entre 20 y 25 años".

Detectada la tendencia a sabotear el reloj tan extendida en la actualidad, Porta va un poco más allá y recuerda que la uniformidad sobrepasa el hecho de que padre e hijo lleven el mismo modelo de zapatillas Vans. "Los moas y los heavies, por ejemplo, tenían conciencia de clase, un curioso sentimiento que se desarrolla cuando existe una limitación práctica de acceso a los medios técnicos o a los objetos culturales. En nuestros días ese sentimiento ha desaparecido, porque en el capitalismo globalizado todo el mundo se comporta como un esteta de clase media, aunque sea pobre o muy pobre". En la marca HM (a esta generación que nos ocupa también se la conoce como generación HM), tras preguntárseles sobre su responsabilidad con todo esto, dan una decepcionante respuesta estándar: cipan a las futuras demandas de los clientes. Su inspiración a la hora de crear la moda proviene de diferentes ámbitos, como son la moda urbana, la música, videoclips, medios de comunicación, el cine, viajes realizados y la influencia de diferentes culturas". Buf.

HM, Vans, KillCity, Lux, Cheap Monday, Adidas, American Apparel, Converse, Lo-reakMendian, Wesc...

"El otro día vi un perfil Aefawhook en el que una chica escribió sobre una foto de ella misma: '¡Malditospaparazzis!'. Parecía que le encantaba la idea de que un amigo sacara u"Las colecciones se crean y se planifican en el departamento de diseño y compras, en nuestra sede central en Estocolmo. Allí trabajan más de cien diseñadores internos que prevén tendencias y se antina foto de ella sin que la protagonista lo esperara. Lo mismo que les pasa a los famosos cuando los pillan desprevenidos", recuerda Jean Twenge cuando se le pregunta sobre la influencia de la cultura de los famosos, las revistas del corazón y sus icónicos robados en esta exhibición de vicios y virtudes pixeladas. Años y años de ediciones y más ediciones de Gran Hermano han provocado una pléyade de concursantes que llegan a la casa sabiendo exactamente qué deben hacer para llamar la atención, cómo ganar, cómo perder.

El esquema se repite en la Red gracias a las posibilidades tecnológicas y la conversión de la fama por la fama en algo aspiracional. Si la revista Vanity Fair no me da una portada, ya me la doy yo mismo. Mónica, 30 años, miembro de la generación X y usuaria de Fotolog, el blog fotográfico online favorito de los veinteañeros (y, por tanto, infiltrada en un calendario que a priori no debería ser suyo), ironiza sobre toda esta creación de estrellas con perfil en MySpace.

"Básicamente, utilizo mifotolog para reducir el gasto telefónico y amargarle la existencia a mi ex, al que parece que le interesa más mi vida ahora que cuando éramos novios. Y sí, soy la mar de famosa". Sergi, feliz en esa franja de edad (tiene 25años) que según Twenge lodo el mundo parece hoy querer; y fotologero activo, se, reconoce sorprendído de la repercusión de algunas de sus actividades, sobre todo de sus crónicas de la última edición del reality Supermodelo. "La verdad es que da miedo ver cuántas visitas tiene tu página. Con las crónicas he llegado a tener 2.000 en un día. Cuando alguien que no tienes ni puta idea de quién es te para y te dice que te conoce de Internet, te sorprende y asusta a la vez. La fama no es mi objetivo y me la trae al fresco, pero sí reconozco cierto componente narcisista que elfoto-log se encarga de satisfacer".
Porta, por su parte, cree que toda esta feria de vanidades tal vez sea hoy masiva, pero no nueva. Se remonta, agárrense, a antes de Gran Hermano. "Si hablamos de autobiografización de la experiencia y tecnologías del yo, tendríamos que remontarnos al romanticismo, y en particular a William Blake: '¡Antes ahogar a un bebé en su cuna que renunciar al más pequeño de nuestros caprichos!'. José Luis Molinuevo [catedrático de Estética de la Universidad de Salamanca] lo llama tecnorromanticismo, y es una renovación de esa estética a través de los nuevos medios".
Klaxons, Felá Kuti, CSS, Bonde do Role, NickDrake, Wombats, BeachBoys, M.I.A., Justice, Burial, Sonic Youth, Diplo...

Y son estos nuevos medios de comunicación los que parecen ser, no por primera vez, pero sin duda sí más que nunca, los elementos vertebradores de todo este festival. En el futuro, los estudios generacionales serán de carácter tecnológico más que de geoestrategia de la industria cultural. Así, parece más importante que escuches música en formato MP3 que saber qué es lo que escuchas. Twenge coincide en que "será imposible hacer cualquier tipo de retrato generacional sin tener en cuenta las innovaciones tecnológicas, y las generaciones avanzarán al mismo ritmo que estos cambios tecnológicos. No hay más que ver el tiempo que pasa entre la llamada generación X [grunge, nihilista, nacida en los años setenta] y la generación 7 [jóvenes que en los albores del milenio adoptaron y reformularon el ideario yu-ppy], y la cantidad de generaciones que parecen acumularse desde la llegada de ésta, no hace más de cuatro años". Kaplan coincide y va más allá: "En un futuro, las personas serán lo menos importante de los estudios generacionales".

De cualquier modo, y a pesar de la universalización de la tarifa plana, esta gente, abocada como está al teclado y a la cá mará digital, no coincide para nada con la imagen de aspirante a Bill Gates, con camisa azul cielo y manchas de tinta en el bolsillo, que hasta hoy se ha tenido de los más tecnófllos. Tienen vida offline.

María tiene 23 años, nació en Zaragoza y tiene MySpace y Fotolog, ambos con una actividad que ya quisiera el Gobierno Montilla. A María le gustan The Killers, Kaiser Chiefs, Mika o Scissor Sisters. También es fan de la mítica serie Los problemas crecen y le gustaría conocer a un casi vivo, Pocholo, y a una muy muerta, Carmina Ordóñez. Su fondo de MySpace es un primer plano de sus ojos y su flequillo. El resto de imágenes son instantáneas tomadas en clubes, fiestas, en la pista de baile... Siempre de noche. Si no fuera porque se la ve la mar de guapa y contenta, uno pensaría que vive en pleno invierno islandés.

Su red social offline es descomunal, y su actividad, frenética. Generación insomnio. La Red como escaparate de una vida real que existe y de qué manera. "Cuelgo cosas mías, que me pasan, que han pasado-Pero sobre todo, del fin de semana. Nunca contaré mi vida privada para darle el gusto a alguna gente", confiesa María. Navegamos por los comentarios que le dejan sus 231 amigos. Un amigo ya no es lo que era en este tiempo de la red social, y un secreto, por lo que leemos, tampoco es aquello que le cuentas a sólo una persona. A María le dejan mensajes del tipo "¿Qué haces conectada? ¿No salías hoy?". Parece que sus fines de semana dan mucho de sí. No nos equivoquemos: toda esta sofisticada y saturada red de relaciones online existe porque, cuando el PC está en reposo, todos ellos entran en modo on.

Vamos al MySpace de Niñofixo, que es desde ya nuestro preferido. Nos avisa: "Si no me vas a poner en tu top, no te molestes en agregarme". Parece una frase de Zoolander. El chico tiene 19 años y dice ser modelo. Como prueba exhibe unas fotos sacadas en París, con Arco de Triunfo de fondo, no vaya alguien a pensar que fueron sacadas en Matalascañas. Niño se encanta y nos encanta, y parece que le encanta a todo dios, pues tiene, el muy bestia, 1.376 amigos. Navegamos por los comentarios y encontramos alabanzas a su belleza y una colección de sujetos enamorados de la moda, la fotografía y el estilismo (nota: ¿quién demonios construirá los puentes y curará a los niños en el futuro?). "Esta noche será máxima", le escribe alguien.

Sergi matiza: "Por suerte aún mantengo la fe en el contacto humano. Y teniendo en cuenta las veces que me muerdo la lengua al escribir no creo que nadie diga lo que piensa. Internet sí te puede dar, sin embargo, muchas pistas sobre el coeficiente intelectual de la gente. Creo que sí hay cierta química que traspasa la pantalla, que puedes llegar a conectar con alguien a través de un teclado. Y dejémoslo claro: la función básica de Internet es ligar". Mientras, Mónica defiende una sana misantropía con respecto a todo esto. "Es un buen medio para que se te quiten las ganas de conocer a cierta gente. Y espero que a esos mismos les pase igual y jamás se molesten en dirigirme la palabra".

"¿Sabías que en Estados Unidos ya casi no se ponen nombres clásicos a los hijos?", cuenta Twenge. "La gente quiere un hijo especial, un trofeo. Deciden empezar a crearlos poniéndoles nombres cada vez más raros, más especiales, diferentes a los que se supone lleva la masa". Esto ya lo relataba el escritor Brett Bastón Ellis en la novela Lunar park, cuando veía a los niños hasta arriba de ansiolíticos para tratar de superar el estrés que provoca ser blanco y de clase media alta en el país más rico del mundo. Hoy más que nunca, la depresión parece una enfermedad de ricos. Les han dicho que serían especiales y se lo han creído. Peligro: catástrofe generacional al final de la próxima legislatura.

"Llegará un momento en que se deban preguntar si sus proyectos son realizables", apunta Luis Hornstein, psicólogo argentino y autor del libro Narcisismo, autoestima, identidad, alteridad. "Hay que dejar de echar toda la culpa a los demás y empezar a entender que hay cosas que jamás lograrás". Twenge vislumbra un futuro aciago para esta generación. "Llegará el momento en que la realidad se entremeterá y los resultados no serán agradables. Preveo un porcentaje enorme de actuales veinteañeros decepcionados y crónicamente deprimidos", sentencia, apocalíptica, la autora.

Parece que la próxima generación vendrá marcada por el precio del petróleo y el fin de la burbuja inmobiliaria, y ni el último aparatejo de Apple les va a salvar. Abandonará el pop en favor del rock y declarará clausurada la era de la felicidad. Al preguntársele cómo le gustaría que fuera la generación definitiva, Eloy Fernández Porta lo tiene claro. Su utopía es "un grupo humano que, sin fundamento cultural, sin aspavientos y sin solos de batería, destruye el poder establecido, pero no ya por convicción política o por conciencia generacional, sino por pura capacidad técnica. Y sin pintas raras". Quizá la próxima...

Generación X, generación Y, generation next, Millenials, Echo boomers, Netizens, Thumb generation, generación yo... ¿Generación Z?.

¿Qué hacemos con los adolescentes?

Hasta hace una par de semanas asistí al ciclo de conferencias del “Àmbit Maria Corral” sobre adolescencia y comunicación. En general, entre los conferenciantes ha dominado un tono paternalista-benevolente, que ha frisado en muchas ocasiones el puro angelismo. Muy pocos se han permitido hacer análisis que incómodos, y en más de una ocasión me han asaltado las dudas sobre si queríamos hacer algo más que observar, analizar e ir tirando. Me temo que estos mimbres va a resultar difícil armar nuevas estrategias de actuación.

Hubo apelaciones a no caer en la eterna tentación de dramatizar “lo mal que está la juventud” y a no ser alarmistas. Se insistió en que permitiéramos correr riesgos a nuestros adolescentes, a que no cayéramos en el intervencionismo opresor, a que tuviéramos paciencia, -las aguas volverán a sus cauce cuando dejen de ser “cafeteras hormonales”-. Lo importante es mantener la cercanía y tender puentes pero sin agobiar.

En cuanto al contenido de los mensajes que les hemos de dirigir, apenas se dijo nada, como viene siendo habitual. ...La adolescencia no es momento de sermones. En ese período, son los chicos y las chicas quienes han de encontrar las respuestas. Los adultos educamos con nuestras actitudes, con la coherencia de nuestras vidas, estando disponibles y no con asfixiantes admoniciones…

Son apreciaciones sensatas, sin duda, pero creo que tras esta sabia y cómoda estrategia pedagógica se oculta una preocupante incapacidad para articular contenidos educativos ambiciosos, o algo todavía peor, la renuncia a educar.

Mientras tanto, las encuestas y los estudios estadísticos sobre la adolescencia se multiplican, y los expertos se entregan a realizar pormenorizados diagnósticos. Pero cuesta mucho hacer algo más que identificar síntomas alarmantes. De las posibles causas de lo que ocurre se habla poco y cuando se hace, se impone la inercia fatalista. Nos resistimos a concretar qué hay detrás de esas señales y nos perdemos en divagaciones confusas que nos impiden concretar qué hay que hacer. Tanta inflación de pensamiento esconde nuestra impotencia para actuar.

Me temo que si la educación anda mal es porque nos hemos ido instalando poco a poco en la anemia educativa y nos cuesta reconocerlo. Basta preguntarle a cualquier adulto qué hay que enseñar a un adolescente para constatar cuánto le cuesta balbucear algún contenido consistente e incuestionable. Y mientras los adultos andemos tan perdidos la educación continuará agradándose.

Además con esta falta de convicción en los contenidos educativos, tampoco encontramos la energía, la ilusión y la autoridad para inculcar los pocos contenidos que consideramos esenciales. Y ahí creo que radica la causa más profunda de la crisis de la educación actual. Podemos promover la cohesión social, formarnos de por vida y hacer filigranas pedagogistas, evaluarnos y reevaluarnos obsesivamente, culparnos mutuamente, etc. pero si no tenemos íntimamente asumido qué queremos enseñar a las generaciones futuras, la educación seguirá herida de muerte. Y seguirá extendiéndose el abstencionismo educativo, disfrazado eso sí de fatuas pirotecnias: innovación pedagógica, nuevas tecnologías, proyectos, campañas, etc.

Solo alcanzamos cierto consenso en las acciones preventivas de urgencia, que utilizan la alarma y el miedo como único argumento. Un trasunto sin duda del miedo de los adultos a que los adolescentes nos compliquen y perturben nuestro ensimismamiento. Quizás sea el destino inevitable de las sociedades opulentas: incapacidad creciente para asumir proyectos colectivos, egos narcisistas, escapismo, consumismo adictivo, vacuidad formalista, hipocresía, cinismo...

Mientras tanto hay un “maestro” dispuesto a ocupar la posición abandonada por los adultos y a colonizar sus mentes de nuestros adolescentes. Me refiero al mercado y a sus nuevos instrumentos tecnológicos. O lo que es lo mismo, me refiero al lado más oscuro de nosotros los adultos, dispuestos a explotar la fragilidad de nuestros menores para obtener beneficios emocionales, para comprar nuestra tranquilidad, o directamente para enriquecernos a costa de la inmadurez de los menores (el consumo infantil y juvenil es un gran negocio).

Las nuevas subjetividades adolescentes están siendo construidas por el mercado, mientras los adultos, escondemos nuestra comodidad e impotencia enredándonos en discusiones bizantinas. No exagero. Basta comprobar cuántos teléfonos móviles de última generación tienen los chicos y chicas que nos rodean.

¿Y qué construye el mercado? El mercado sólo puede construir egos ansiosos permanentemente necesitados de la sobreestimulación de sus pulsiones más primarias; perfiles psicológicos caracterizados por su falta de interioridad y juicio crítico; personalidades impulsivas, adictivas y dependientes, incapaces de aceptar la frustración; identidades débiles e inseguras que mendigan reconocimiento recurriendo a prótesis externas y autopromocionándose como si fuesen una mercancía; seres inmaduros con dificultades para asumir compromisos o implicarse en proyectos a largo plazo... Poca broma, señoras y señores.

La adolescencia se ha convertido en un extraño periodo, en el que los adultos en lugar de iniciar al chico o la chica en el combate de la vida adulta, optamos por mantenerlos infantilizados y dependientes el mayor tiempo posible, sumidos en una monstruosa e interminable niñez, en la que se disfrutan de todos los derechos del adulto, pero de ninguna de sus obligaciones.

En esa etapa, en lugar de descubrir a los adolescentes la gran empresa de la vida adulta, que siempre ha sido luchar por reducir el dolor del mundo y por elevar la dignidad de la condición humana, dejamos que se atrincheren en sus miedos y que se encierren en sus mundos clausurados y gregarios, regidos por el consumo adictivo, el Messenger, el “ruido” escapista y la autopromoción permanente (yo-mercancía). Y lo que es peor, no faltan los adultos infantilizados que, seducidos por esos paraísos ficticios de los adolescentes, se empeñan en emularles.

Pero, afortunadamente en el ciclo del Àmbit Maria Corral también se escucharon algunas voces incisivas y críticas. Javier Elzo, por ejemplo, recordó que los adolescentes necesitan adultos que sepan decirles “NO”, que den importancia a la competencia personal y a la racionalidad en las conductas, que les descubran el valor objetivo del dinero, que les enseñen a distinguir lo que es importante de lo que es urgente, que aprecien la diferencia entre calidad de vida y nivel de vida, que les enseñen a gestionar su sexualidad, que crean en la posibilidad de construir un mundo mejor y les que les animen a diseñar su proyecto de vida.


Jaume Funes propuso que fuésemos especialmente exigentes en cinco ámbitos: orden, respeto, higiene y estudio. Insistió en que a nuestros adolescentes se les haga razonar sus “por qué sí” o “por qué no”. Deben tomar decisiones, asumir sus errores y a aprender de ellos.

La investigadora Carme Timoneda animó a los padres y educadores a no taponar las grietas inesperadas que aparecen en las conductas adolescentes con remedios de urgencia (dudas, desmotivación, incomunicación, posibles comportamientos agresivos, etc.). Y nos instó a asumir sus desconcertantes comportamientos de defensa (por ejemplo, las incongruencias entre el lenguaje oral –de signo lógico cognitivo- y la expresión corporal –de signo emocional-) como reflejo de su inmadurez emocional. Hay que enseñarles a gestionar sus emociones. Para ello, propuso hacerles ver las consecuencias de sus actos, activando tanto la parte cognitiva como la emocional (“aunque si están muy bloqueados, puede resultarles imposible”, comentó). Y hay que ponerles límites con firmeza, aunque no con gritos.

Amparo Tomé, que nos recordó la diferente percepción de la realidad que tienen los adolescentes según su sexo y cómo siguen condicionándoles extraordinariamente los estereotipos de género, enfatizó la necesidad de no abandonar en manos de la televisión o internet la educación sexual de nuestros adolescentes.

Y Jaume Cela habló de habló de acompañarles en su descubrimiento del mundo (la belleza del sexo, la agresividad, el amor, el sufrimiento...) combinando dos acciones: “domesticar” (hacer entender el valor de las normas) y “liberar” (darles confianza para que puedan ir más allá de las normas). E insistió especialmente en que no podemos ahorrarles la experiencia educadora del dolor. Han de descubrir que pueden hacer y hacerse daño para salir de la inocencia y conquistar su autonomía. Solo así llegarán a ser plenamente adultos, es decir, capaces de asumir como propias las necesidades del otro. Y planteó cinco custiones en los que se debería ser muy exigente: el orden, el respeto, la higiene, las tareas domésticas y el estudio.

Por supuesto, todos estuvieron de acuerdo en que lo primero que necesitan los adolescentes es sentirse queridos. Es algo que exige de nosotros una comunicación que no sea exclusivamente racional, sino también emocional y empática. Desde luego, sólo amándoles, podrán aprender a amar y encontrar el estímulo para luchar por un mundo más digno y mejor. Su reto futuro será ese: luchar y amar.

domingo, diciembre 02, 2007

La ultima desfachatez: culpar a los docentes de los problemas de la educación en Cataluña

Me produce tristeza la frivolidad con que muchos –políticos, periodistas, expertos en pedagogía, técnicos y gestores con poder o aspiraciones- se están entregando al impune ejercicio de cuestionar la solvencia de los docentes. El mérito es de la Administración Educativa Catalana, que ante la inminencia de un negativo informe PISA ha tenido la pericia de defenderse atacando al eslabón más débil del sistema y tapar así sus desaciertos. Y de poco nos servirán las quejas retóricas de los sindicatos, porque la mayoría son cómplices de la situación de fragilidad en la que se encuentran maestros y profesores.

El debate está servido y esta cortina de humo permitirá esconder las vergüenzas de muchos pedagogos y expertos de salón con cargo, enfangándonos de nuevo en una destructiva discusión sobre las vacaciones de los profesores, nuestro inveterado corporativismo y otros tópicos al uso. En definitiva, otro derroche más de energías, que tendrá eso sí la virtud de precarizar todavía más nuestra posición.

Recordemos la secuencia de los acontecimientos. Todo empezó con un oportuno informe de la Fundación Jaume Bofill, recordando los alarmantes niveles de fracaso escolar en secundaria. Acto seguido, los responsables de Educación anunciaron a bombo y platillo que una futura Ley de Educación Catalana nos salvaría a todos de la debacle, gracias a sus dos novedades estrella: la evaluación de los docentes y la autonomía de los centros. Días más tarde, se han empezado a divulgar algunos resultados desagradables del informe PISA, pero el punto de mira ya estaba situado sobre los docentes.

De este modo, en lugar de un clamoroso “MEA CULPA” entonado a coro por los políticos, los lobbys pedagogistas y los sindicatos complacientes involucrados en las innovaciones educativas de los últimos años, nos hemos enredado con una hábil ceremonia mediática de la confusión.

El fraude es tan manifiesto, que basta contrastar los análisis del informe de la “Bofill” con sus propuestas de solución y descubrir que la desconexión es casi absoluta.

Pero las evidencias de que hay muchos culpables implicados en el fiasco educativo son clamorosas. Para empezar...

  • la instrumentalización política del debate educativo y la falta de voluntad de consenso en una cuestión tan crucial lleva años obligándonos a dilapidar muchas energías en medio de una inseguridad legislativa enorme (reformas y contarreformas) y una anarquía curricular verdaderamente lamentable;
  • se han suprimido todos los filtros asociados a los niveles de aprendizaje, propiciando la devaluación constante de los contenidos (en la primaria catalana la promoción es automática);
  • se mantiene un contradictorio enciclopedismo curricular que además de estar científicamente obsoleto y alarmantemente desconectado de las experiencias de la vida es de imposible cumplimiento y contribuye a aumentar aún más la anarquía curricular;
  • la pedagogía "franciscano minimalista" dominante desmotiva a los alumnos y desarma su potencial de esfuerzo y superación;
  • se ha complicado el ejercicio de la autoridad y la sanción de los malos comportamientos con un énfasis desmedido en los derechos de los alumnos, contribuyéndose a trivializar la importancia de las normas de conducta y a aumentar los márgenes de impunidad;
  • se ha caído en error de creer que la cohesión social se facilita sacrificando la calidad de los aprendizajes;
  • la gestión y la planificación educativa lleva décadas demostrando su falta de reflejos y su tendencia a actuar de modo reactivo e improvisado;
  • el organigrama del sistema educativo no cesa de enmarañarse día tras día incorporando nuevas figuras con funciones imprecisas que se solapan a las antiguas;
  • los centros educativos llevan años sobrecargándose con nuevas funciones que derivan de la dejación de responsabilidades por parte de otros actores sociales a los que no se les exige nada;
  • el debate educativo auténtico está desapareciendo paulatinamente de los centros escolares, a causa de la fatiga y el desencanto docente acumulado, la fidelización de las plantillas (la cuota de cautividad docente no cesa de aumentar) o la deriva hacia el marqueting escolar que aqueja a muchos centros y direcciones (se han impuesto las políticas de imagen, de maquillaje de resultados, de captación de ayudasfinanciación suplementaria a cambio de logros aparentes-, de captación de clientes, etc);
  • la frecuente educación permisiva y sobreprotectora de los padres ha provocado un aumento de la impulsividad entre los niños y adolescentes, cada vez más incapaces de gestionar sus deseos y caprichos, aplazar las recompensas, aceptar la frustración o mostrar empatía;
  • la rendición a una cultura hipertecnologizada de la inmediatez, la imagen y el ruido ha devaluado el valor de la palabra, herramienta básica del docente;
  • la actitud irresponsable de los medios de comunicación ha saturado el imaginario de niños y adolescentes con personajes que fomentan la idolatría del éxito fácil y la fama efímera o de adultos infantilizados y ridículos que exhiben conductas irresponsables e inmaduras;
  • los modelos estimulantes de verdadera excelencia tienen una cuota de pantalla muy reducida;
  • nuestros disfuncionales horarios sobrecargan la actividad escolar y dificultan las actividades de estudio y refuerzo fuera de la escuela;
  • aumenta la prevalencia de un ocio juvenil pasivo con fuertes componentes adictivos y desestructurantes, que es posible gracias a las negligencias de muchos actores sociales: familias, responsables políticos, etc...

Podría seguir, aunque ¿para qué? Está claro que a nuestros “expertos”, su autoestima narcisista no les permite reconocer fallo alguno. Y uno, la verdad, ya está harto de ser el chivo expiatorio de tanto iluminado arrogante.

En este drama es obvio que el gran problema no es la relajación y poca formación de los profesores. Somos muchísimos los que llevamos a cuestas toda la formación complementaria posible que los ICEs y las universidades imparten –¿será ese el problema?- y les aseguramos que ahí no está la solución. Tampoco está en el aumento de la presión sobre los docentes con evaluciones o estrategias de precarización. Aunque nos coloquen un policía al lado que nos vigile todo el día, los problemas actuales van a seguir produciéndose. Aquí fallan muchas cosas empezando por el patrón, el guión de la obra y el escenario.


Desde aquí, invito modestamente a todas mis compañeras y compañeros a no dejarse confundir y a salir del régimen de silencio o cautividad en el que nos hemos sumido, a recuperar nuestro orgullo profesional, a reempoderarnos y hacer escuchar nuestra voz. Hay que recordar que para educar hace falta toda la tribu, que nuestro trabajo tiene unos límites más modestos de lo que se quiere aceptar, que nosotros sólo alcanzaremos nuestro cometido –educar (consolidar normas de conducta) e instruir (trasmitir los conocimientos y normas metodológicas de las ciencias y disciplinas básicas) si los demás colaboran propiciando un escenario adecuado. Invito a denunciar a tanto iluminado pedagogo y/o legislador que lleva decenios extenuándonos irresponsablemente con recetas mágicas y ahora carga de nuevo contra nosotros. Invito a promover un verdadero pacto por la educación en el que todos los actores sociales asuman sus responsabilidades.