miércoles, julio 25, 2007

LA DULZURA


Posiblemente no exista ningún rasgo de la femineidad tradicional que haya perdido más su antigua reputación que el de la dulzura. Los nuevos modelos de feminidad que se promueven a través del cine, la moda o la televisión si en algo coinciden es en excluir este atributo de sus personajes estrella. Lo contrario supondría una cesión imperdonable a la estrategia del patriarcal, que ha promovido el estereotipo odioso de la mujer débil, sumisa, casta y bondadosa para desarmar a las mujeres y perpetuar indefinidamente su posición abusiva. Ahora las mujeres han de ser decididas, lúcidas –deben saber lo que quieren-, dinámicas, firmes, seguras, independientes, y desacomplejadamente sexuales, combinando su poderío seductor con una acritud ácida que intimide a los hombres. La dulzura queda así definitivamente enterrada.

Un breve recorrido por los personajes femeninos que aparecen en los últimos éxitos cinematográficos permite comprobarlo. Sirva de ejemplo la heroína de un éxito de taquilla sin pretensiones como Transformers (
http://www.labutaca.net/films/51/transformers.htm), en la que se nos ofrece una versión cómoda y simplificada del estereotipo femenino de moda. Frente a un listillo, bonachón y algo neurótico Sam Witwicky, dedicado a negociar sus sueños sin incomodar demasiado a nadie, y menos a sus apacibles padres, se nos presenta a Mikaela, una muchacha exuberante y resuelta a la que le atraen los chicos corpulentos y guapos, pero que los despacha sin complejos si no están a la altura. Mikaela, a pesar de su juventud, ha tenido vivencias negativas y traspiés, pero ha aprendido de sus errores y ahora sabe sacar provecho positivo de sus experiencias, mientras que Sam sigue sumido en la inmadurez, improvisa constantemente y va de sorpresa en sorpresa (una buena metáfora de las relaciones hombre-mujer actuales).


Salvando todo las distancias que se tengan que salvar, y por acudir a películas recientes, no es difícil reconocer estos rasgos femeninos en otros personajes cinematográficos como “la Juani” de Bigas Luna, en la Mary Jane de Spider-Man 3, o en la preadolescente Leslie de Un puente hacia Terabitia. Incluso, dejando el cine más comercial, en Drey, la madura alumna del escindido, frustrado y autodestructivo profesor de instituto Dan (Half Nelson
http://www.labutaca.net/films/49/halfnelson.htm)

Este prototipo de feminidad que combina energía, desinhibición sexual y seguridad cuenta además gloriosos referentes en el cine clásico (por ejemplo Katharine Hepburn, Barbara Stanwyck o Bette Davis) y recientemente ha inspirado la evolución de los personajes interpretados por actrices versatiles pero siempre fuertes y vitales como Julia Roberts, Kate Winslet o Reese Witherspoon. El personaje que interpreta esta última actriz -Elle Woods- en la intrascendente Una rubia muy legal (
http://www.labutaca.net/films/5/unarubiamuylegal.htm) compendia irónicamente la evolución de la feminidad desde el estereotipo de rubia atractiva y aparentemente boba hasta el de mujer inteligente, segura e irresistible que camina por la vida pisando fuerte, sin dejar de disfrutar de su atractivo y sensualidad.

Si algo muestra esta evolución es que la dulzura ha ido menguando en los personajes femeninos y, de ser un rasgo atractivo, ha pasado a convertirse en un atributo que puede resultar inquietante e incluso aterrador, porque cuando aparece es para enmascarar las más perversas intenciones. Es el caso de Election (de Alexander Payne, 1999,
http://www.labutaca.net/films/colabora/election.htm), en la que Reese Witherspoon interpreta a Tracey, una ambiciosa estudiante de sonrisa encantadora, pero que en realidad es un auténtico monstruo. “En una escena -comenta Santiago García- ella salta detrás de una puerta para ver qué ocurre del otro lado y la cámara muestra desde el interior el simpático rostro de la joven saltarina. A continuación la imagen se congela y ese rostro produce horror; la simpatía que despertaba la situación troca en espanto. De ser una adolescente con energía pasa a transformarse en un velocirraptor, un depredador que espera con paciencia a que una de sus víctimas se acerque.” (Santiago García, 30/11/200, http://www.elamante.com/nota/1/1449.shtml).



Pero, si queremos enfrentarnos con la cara más oscura y perturbadora de la dulzura, nada mejor que Hard Candy (
http://www.labutaca.net/films/36/hardcandy.htm). En esta película, la protagonista es una jovencita que todavía masca chicle y trasmite esa inocencia angelical que sólo cabe encontrar en los rostros aniñados. Sin embargo, a medida que avance la cinta descubriremos, que no es la niña indefensa, mimosa y dulce que aparenta en las primera escenas sino una cruel máquina vengativa dispuesta a infligir el castigo más lento y despiadado al género masculino, siempre dispuesto a dejarse arrastrar por el deseo de carne fresca e inocente.


Tampoco el arte contemporáneo ha tratado con demasiada consideración la dulzura y son muchas las obras que la desenmascaran y cuestionan. Sirva como botón de muestra este desolador “Almuerzo campestre” de Pépé Smit (2003).



De nuevo, sigue siendo en el ámbito religioso en el único que invoca el valor de la dulzura. Las apelaciones a la bondad siempre han hecho florecer historias e imágenes en las que los sentimientos se remansaban, favoreciendo una benevolencia afectuosa y suave. Especialmente efectivo resulta en este sentido el catolicismo, porque ha sabido crear una rica iconografía con motivos tan poderosos como el de la permanente intercesión maternal de la Virgen María o el del Corazón de Jesús, que destila constantemente amor. ¿Quiénes encarnan mejor la dulzura que personajes cargados de ternura como la desaparecida Teresa de Calcuta o tantas monjas misioneras que alivian el dolor del prójimo brindando a veces sólo su cálida afabilidad?

Pero, aunque nadie osa negar abiertamente los gestos de la dulzura, se prefiere mirarlos indulgentemente como una manifestación insuficiente y falseadora que tapa las injusticias reales, como una sospechosa rémora del pasado, o -ya lo hemos señalado- como expresión de un valor-trampa que contribuye a la sumisión de las mujeres.

Con amargura protesta Margarita Pisano del "madrerismo" dulzón que “encubre el gran sistema de traiciones contra las mujeres, negándoles sus condiciones de lo humano y sosteniendo la misoginia, ejercida por el patriarcado/masculinista y las mujeres "femeninas".” …Salvo algunos pocos "malos de verdad" –insiste Pisano-, la mayoría actúa "en nombre del bien de la humanidad y de su historia", de esta manera, impregnan todo su discurso de una "dulzura" que apela, por supuesto, al "sentido común-corazón chorreante". Éste es el BUENISMO institucional: las leyes, la cruz roja, las iglesias, los partidos, los ejércitos, los DDHH, etc., son buenistas. El buenismo afirma un sistema de relaciones de dependencia y de orgullo, funcional a la dinámica de dominio. Si queremos construir una ética realmente distinta, creo imprescindible desmontar este chorreo sensiblero y jamás recuperar esta "sin razón" amorosa. (http://www.radiofeminista.net/dic03/notas/esp/nota2.htm)

Incluso, en relación al intento de dulcificar al hombre, Pisano comenta: Reivindicar la capacidad de emocionarse y llorar, como si fuese lo femenino en un cuerpo varón, me parece contaminado de la contralectura de que una mujer inteligente, activa y pensante tiene más desarrollada su parte masculina (la cabeza). O sea, pensar, crear y hacer política, QUE ES PARTE DE LO HUMANO, está tomado por la masculinidad. Por lo tanto, la operación de descalificación y de sumisión contra las mujeres ya está en marcha, y es más profunda de lo que aparenta, aun cuando la masculinidad esté reivindicando parte de la feminidad para sí (el metrosexual); de este lugar simbólico, saca y pone lo que le conviene social, política y economicamente.La operación que hizo la masculinidad patriarcal -y que continúa re-significando la masculinidad moderna- fue dejar el cuerpo cíclico de las mujeres atrapado en la simbólica naturaleza-animalidad, despojándolo de la creatividad intelectual HUMANA, pero enfatizando su intuición, su amor-entrega y emocionalidad (descerebrándolo). En cambio, al cuerpo varón, el cual también es naturaleza, lo transformó en pensante, hablante y capaz de crear símbolos y valores, instalándolo en un protegido y ventajoso orgullo.Por eso, es muy distinto, desear parte de la feminidad desde el lugar del poder (poder elegir feminidades), a resistirse a ella desde el lugar del dominado, como lo han hecho muchas mujeres durante siglos, las cuales han servido a los hombres y han sido la fuerza de reposición y de reserva de su sistema cultural. No rescato NADA de la feminidad. El llorar no es un privilegio. La "comodidad" de lo femenino, para las mujeres, esconde esclavitud; para los varones, representa libertades. (http://www.mujeresaloeste.org.ar/feminismos/2003-1/14ccc-11.html)

Sin embargo, otras feministas –“las chicas disturbio”-, aun compartiendo las denuncias de Pisano, advierten del peligro de acostumbrarse a los modales bruscos y endurecidos, y reclaman al menos la recuperación del buen humor y la dulzura entre las mujeres que luchan por la causa femenina. Y además defienden que, frente a la lógica patriarcal, parodiar la dulzura puede ser enormemente eficaz.

Nosotras, las chicas disturbio, que hemos sido víctimas de la persecución, el hostigamiento y la represión de la Gran Madre toda la vida, nosotras, que hemos tenido que quitárnosla de encima y expulsarla de los rincones oscuros de nuestro psique, tenemos una historia diferente que contar. La famosa sentencia de Virginia Woolf de que la mujer creativa tiene que matar al 'ángel de la casa' que habita los más antiguos estratos de su identidad, es bastante adecuada. Esa imagen de la hembra, dulce, bondadosa, que cría y se sacrifica, es un obstáculo en el camino de la realización. No se puede esperar que las mujeres participen sin objeciones de la fantasía de volver a la matriz cuando, más que nada, lo que queremos es desaparecer de ahí lo antes posible. Nosotras, las chicas disturbio, reclamamos nuestros sueños de disolución cósmica, reclamamos nuestra dimensión transcendental. Quedaos con vuestros sueños de matrices: tu pulsión de muerte no es la nuestra, lo mejor es que me des el espacio y el tiempo para expresar y desarrollar mis propios deseos si no quieres que nos enfademos de veras. La ira nos obligará a castigarte decidiendo interpretar en nuestra vida diaria real tus peores fantasías de lo horrorosas que pueden resultar las mujeres. Tal como dijo la otra gran simuladora, Bette Midler: "¡Soy todo en lo que siempre temiste que se convirtiera tu hija... y tu hijo!".
La chica disturbio, en otras palabras, una feminista que se ha alejado de la femineidad tradicional y que ha dado un nuevo poder a formas alternativas de femineidad, sabe cómo utilizar con éxito la política de la parodia: puede interpretar la femineidad extrema de manera sumamente irritante. Para evitar tales erupciones de ira feminista, es recomendable sentarnos y hablar en serio con el fin de negociar los márgenes de nuestra tolerancia mutua.

… Lo cierto es que necesitamos despedirnos de ese segundo sexo, ese eterno femenino que se nos ha pegado a la piel como una materia tóxica
, fundiéndola hasta los huesos, comiéndose nuestra sustancia. …La respuesta a la metafísica es el metabolismo, es decir una nueva transformación corpórea, un cambio de perspectiva que permita a los individuos marcar la velocidad y el ritmo de su cambio mientras se enfrentan a formas de consenso factibles para reajustar nuestra cultura a estos cambios y alteraciones. En su espléndida obra "In Memoriam to Identity", Kathy Acker señala que mientras "yo" contenga su identidad y su sexo, "yo" no será nada nuevo. Yo añadiría también que, mientras creamos en la gramática, creeremos en Dios. Dios murió en la modernidad, y la peste de su cadáver en descomposición ha estado inundando el mundo occidental durante más de un siglo. Sin duda serán precisos más que unos experimentos de mala sintaxis o más que unas escapadas por la fantasía solipsista para sacarnos a todos de esta locura falocéntrica decadente pero que aún opera.

Lo que necesitamos, más bien, es una mayor complejidad, multiplicidad, simultaneidad, y volver a plantearnos sexo, clase y raza para buscar esas múltiples y complejas diferencias. También creo en la necesidad de dulzura, compasión y humor para superar las rupturas y embelesamientos de la época. La ironía, reírnos de nosotros mismos son elementos importantes en este proyecto y son necesarios para el éxito, como feministas de corte tan diverso como Hèléne Cixous y French & Saunders han señalado. Como dice el Manifesto of the Bad Girls: "A través de la risa, nuestra ira se convierte en un arma de liberación". Con la esperanza de que nuestra risa dionisíaca, negociada colectivamente, pueda, en efecto, enterrarlo de una vez por todas, el ciberfeminismo necesita cultivar una cultura de desenfado y afirmación. Las mujeres feministas tienen a sus espaldas una larga historia a lo largo de la cual han bailado sobre campos potencialmente minados para buscar la justicia sociosimbólica.
Rosi Braidotti. (e-leusis.net)

Cómo vemos, el valor de la dulzura se muestra tan resistente y poderoso, que ni siquiera quienes más reniegan de su uso manipulador, se resisten a integrarlo para su propio beneficio o de fingirlo maliciosamente para triunfar en la lucha contra el falocentrismo.

Sin duda, ha arraigado tan poderosamente en la psique humana la admiración por la dulzura, que resulta difícil sustraerse completamente a sus beneficios y atractivos, a pesar de que pueda esconder tantas maldades. Como decía Jean Lafrance:
Tal vez hayas conocido a alguien que sólo sea dulzura y humildad: es desconcertante y te desarma, porque no estás al nivel de esta dulzura insoportable. Necesitas blindarte de verdad para que no se te rompa el corazón y echarte a llorar. Se dice que algunos verdugos no soportan a quien perseveraba en la dulzura.
En el blog El lado oscuro de las cosas, “Sin sangre” comenta a propósito de la dulzura…


Ese es el auténtico peligro de las mujeres. Verán, en mi trabajo la mayor parte de los compañeros son mujeres. Las hay de todo tipo. Guapas, feas, resultonas y pasables, pero al cabo de cierto tiempo las ves a todas como compañeras sin percatarte más en su físico. Sin embargo las entre todas ellas existen las mujeres dulces. Y esas si que son peligrosas, porque saben como derribar tus barreras con una simple mirada o una sonrisa en el momento justo. Las guapas, guapas, guapas terminan pasando desapercibidas.

http://www.lacoctelera.com/axarquia/post/2005/07/08/la-erotica-la-dulzura

¿Es la dulzura un valor inspirado por un orden patriarcal opresor?. Denostado por el feminismo y mirado con suspicacia desde la masculinidad hegemónica, ¿qué espacio le queda al valor de la dulzura, por otra parte tan reacio a volatilizarse?. ¿No podría sustraerse a la guerra de sexos?. ¿No sería un valor deseable para todos que trascendiese el género?. A mi me gustaría ser un hombre dulce como lo era por ejemplo el periodista Ryszard Kapuscinski, o como lo son algunos familiares y hombres de mi entorno. A mi me gustaría que las mujeres siguiesen cultivando la dulzura y que lo hiciese sin suspicacia , ni retorcidas intenciones. Creo que no hay mayor signo de fortaleza. Decía
La Rochefoucauld: “Sólo las personas que tienen firmeza pueden tener verdadera dulzura; los que parecen dulces, generalmente no son más que débiles; debilidad que fácilmente se convierte en acritud.”.

Obras de Jean-Baptiste GREUZE

Sin embargo, hay que reconocer que hoy por hoy la mujer dulce genera desconfianza y que todavía no ha cuajado el hombre dulce como prototipo compensador. La fase 3 de la transición estereotípica de género todavía no ha concluido (FASE 1: roles sexuales polarizados y dicotómicos. FASE 2: el rol femenino tradicional se despretigia y evoluciona incorporando rasgos del rol masculino tradicional. Crisis de la masculinidad tradicional. FASE 3: el rol masculino se desprestigia y evoluciona incorporando rasgos del rol femenino tradicional. Se avanza en la igualdad de género y como reacción se escenifica y teatraliza la polaridad sexual a través de la música y la moda. FASE 4: se imponen nuevos guiones de conducta que trascienden el género http://buenamente.blogspot.com/2006/12/modelo-de-la-transicin-estereotpica-de.html.) Por eso, creo que la dulzura, puede ser un indicador magnífico para evaluar este proceso.


CITAS


Cuando se trate, pues, de discernir cuál es el alma nacida para la filosofía, observarás, si desde los primeros años da muestras de equidad y de dulzura, o si es huraño e intratable.

Platón: La República. Cita procedente de
http://www.tesisenred.net/TESIS_UM/AVAILABLE/TDR-0608106-124241//Penalvabuitrago2.pdf

Para la cólera se pueden distinguir, como acabamos de hacer para la liberalidad, los tres términos: exceso, defecto, medio. Pero como ninguno de estos matices, o casi ninguno, tiene nombre especial, nos limitaremos a decir, que el hombre que en este género ocupa el medio entre los dos extremos, se le llama hombre dulce, y la cualidad intermedia, dulzura. De los dos caracteres extremos, el que peca por exceso se llama carácter irascible, y al vicio que muestra se llama irascibilidad. El que peca por defecto podemos decir que es el carácter flemático, que jamás siente la cólera; y el defecto se llamará flema, que no permite nunca el encolerizarse.
Aristóteles: Ética a Nicómaco. Cita procedente de
http://www.filosofia.org/cla/ari/azc01046.htm


Gran parte de la bondad consiste en querer ser bueno.
Lucio Anneo Séneca. Cita procedente de http://www.mundocitas.com/

Ahora debemos fijar nuestra atención en la palabra “infante”, que no se refiere a los que carecen de razón; éstos son los “necios”. El “infante” es el “nuevamente dulce”, porque “dulce” es el que tiene pensamientos de mansedumbre, y ha adquirido nuevamente un carácter delicado y dulce. (...) El “infante” es un ser dulce; de aquí que sea más ingenuo, tierno, sencillo, sin doblez, sincero, justo en sus juicios y recto. Esto es el fundamento de la sencillez y de la verdad. (...)
Clemente de Alejandría: Pedagogía. I, 19.1-4.Cita procedente de
http://www.tesisenred.net/TESIS_UM/AVAILABLE/TDR-0608106-124241//Penalvabuitrago2.pdf

No puede existir bondad alguna donde no haya conocimiento de ella.
Juan Luis Vives

La confianza en la bondad ajena es testimonio no pequeño de la propia bondad.
Michel De Montaigne

El hombre que no conoce el dolor no conoce ni la ternura de la humanidad ni la dulzura de la conmiseración.
Jean-Jacques Rousseau

La bondad es la única inversión que nunca quiebra.
Henry David Thoreau

Cuando el amor es feliz lleva al alma a la dulzura y a la bondad.
Victor Hugo

En el arte como en el amor la ternura es lo que da la fuerza
Oscar Wilde

Todo acto de bondad es una demostración de poderío.
Miguel Unamuno

La ciencia moderna aun no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas.
Sigmund Freud

Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio.
Mahatma Gandhi

El amor sin ternura es puro afán de dominio y de autoafirmación hasta lo destructivo. La ternura sin amor es sensiblería blanda incapaz de crear nada.
Fernando Savater

Citas procedentes de
http://www.mundocitas.com/


sábado, julio 21, 2007

PONER EL CORAZÓN

Leyendo un texto de circunstancias me "asalta” una expresión antes muy común: “poner el corazón”. Hacía tiempo que no la escuchaba, ni leía. ¿Será que volcar lo mejor de uno mismo en una meta o en una tarea ha perdido prestigio y parece una opción demasiado ingenua?. A mi no me lo parece, aunque es verdad que siguiendo los dictados del corazón se pueden cometer muchos errores. Pero, siempre he pensado que si hay errores que merecen perdón son precisamente esos.

Nunca me han gustado las personas que evitan arriesgar sus sentimientos y se protegen con gruesas corazas. Prefiero las que se exponen a ser decepcionadas. Creo que si tuviera que establecer un criterio para agrupar a mis conocidos seguiría precisamente este criterio: si ponen o no el corazón en su vida, en las cosas que hacen, en sus relaciones. La historia de muchas instituciones que he conocido también la escribiría en función de preguntas del tipo: ¿sus dirigentes pusieron el corazón en lo que hacían? ¿cuántos de sus miembros actuaban así?. Rápidamente, vienen a mi mente períodos en los que en tal o cual sitio dominaba la franqueza del corazón y se expandían las relaciones personales, aún a riesgo de sufrir las puyas de los francotiradores; y otras etapas en las que se impusieron la indiferencia cortés, el formalismo, el lenguaje ampuloso y manipulador, los enmascaramientos, los blindajes, el control, la desconfianza, la presión solapada, los “castigos” silenciosos, la gestión cínica de las miserias particulares, etc.

No hablo de inteligencia emocional, ni de inteligencia social, ni de inteligencia política, ni de capacidad de maniobra. No hablo de carisma, ni de sagacidad, ni de clarividencia, ni de picardía para manejar afectos e intereses, ni de habilidad para generar publicidad -¡cuantos NODOS nos tragamos cada día!-, ni de saber vender éxitos, ni de capacidad para crear y controlar redes, ni de poder de convocatoria, ni de…Hablo de darse, de generosidad . Hablo de creer, de confiar en el valor de una causa –aunque se desconfíe incluso de la propia valía-. Hablo de abnegación silenciosa.

En estos tiempos inciertos de globalización deshumanizadora y miedo líquido, hablar de poner el corazón en algo parece realmente una simpleza y todo aconseja el repliegue hacia los bienes tangibles. ¿Qué sentido tienen el esfuerzo, la entrega y el sacrificio si ya hemos asumido que el mundo en que vivimos no tienen porqué reconocer ser valorados ni premiados? ¿Qué sentido tiene la lealtad a una empresa que te puede marginar o despedir en cualquier momento por “ajustes” decididos anónimamente con independencia de tu trabajo o preparación?

Seguramente esa actitud de desengaño y desconfianza es lo que trasmitimos a nuestros jóvenes y ahí nos duele, porque nada resulta más destructivo que privarles de horizontes de sentido, de metas valiosas en las que poner el corazón. Mi impresión es que los adultos en lugar de animarles a trascenderse, nos dedicamos a crearles burbujas consoladoras y después no conseguimos impedir que se asfixien dentro. Nos hemos vuelto desconfiados, pragmáticos y hedonistas. Para reencontrar la autoridad en que fundamentar nuestra acción educativa, deberíamos preguntarnos en qué ponemos nuestro corazón.


Les hemos dejado la expresión “poner el corazón” a los creyentes. Compruébenlo buscándola en "google": la mayoría de los resultados corresponden a webs católicas, por cierto, muchas relacionadas con el Opus Dei.

viernes, julio 20, 2007

Harry Potter y el poder oscuro

En la última entrega cinematográfica de la serie Harry Potter, el protagonista, que ya frisa la edad adulta, toma una decisión arriesgada: la de conspirar contra el poder tiránico de la repelente señora Dolores Umbridge que, siguiendo procedimientos legalmente irreprochables, se está apropiando de la escuela. Harry y los suyos, entre los que se encuentra el clarividente director de la escuela Dumbledore -cada vez más marginado-, son conscientes de formar una grupúsculo ínfimo y aislado con pocas posibilidades de éxito, pero, aunque dudan y se desaniman, persisten en su empeño y finalmente consiguen salir airosos.

Hasta aquí nada que objetar a la película y al libro que la inspira (Harry Potter y la Orden del Fénix), porque tiene la virtud de situar a nuestro jóvenes frente a las abusos del poder, invitándoles a tomar partido y a arriesgarse en la defensa de la dignidad y la libertad frente a la opresión. El argumento además tiene resabios muy posmodernos y actuales, porque nos sitúa frente a un “Ministerio de la Magia” incompetente, incapaz de evitar los ataques de los dementores, sicarios de Voldemort, cuya existencia se empeña en negar para que no se cuestione su labor. Los paralelismos con nuestro mundo real, como señala Andrés Ibañez en un artículo del sábado pasado, son fáciles de establecer (Ministerio del Magia= Downing Street).


Sin embargo, y a pesar de estas sutilezas, creo que la película falla estrepitosamente si pretendía enseñar a nuestros jóvenes a descubrir el lado oscuro del poder, porque las máscaras con que lo representa forman ya parte irremisible del pasado. Actualmente los malos ya no utilizan las imposiciones y los castigos para conseguir sus propósitos. Ahora ya no hay señoras Umbridge que te obliguen a copiar una frase sin cesar para evitar que la contradigas, ni quedan profesores que no usen “magia” (encantamientos didácticos”) en sus clases, ni que te atormenten con más teoría que actividades. No, ahora los malos prefieren utilizar otras máscaras y estrategias, porque mandar provocando miedo o reprimiendo tiene muy mala prensa y, a la que te descuidas, te montan una manifestación o la correspondiente “Orden del Fénix”.

Ahora el poder oscuro es mucho más sibilino. Prefiere disfrazarse de simpatía y amabilidad, e ir desarmando lentamente a sus futuras víctimas, a base de halagos y de permisividad paternal. Sólo los malos tontos o los buenos ingenuos desgastan sus energías utilizando métodos antipáticos. El poder, en cambio, da a entender que la vida es fácil, prometiendo la realización de los deseos con consignas atractivas. El discurso puede variar, pero abunda en lugares comunes del estilo de: La vida es corta y hay que vivirla plenamente. Para hacerlo, debes “conectar con tu fuerza interior, con tu instinto y confiar en ti mismo (en lo que el poder te dice acerca de ti mismo). Deja que aflore la magia. Déjate llevar, deja que el juego continúe (http://letthegamecontinue.com/) Pensar “demasiado” es patológico.

El poder oscuro atrapa porque sabe suscitar deseos, pero también satisfacerlos, convirtiendo a sus víctimas en seres dependientes, que le necesitan para aliviar sus vidas reducidas a mera adicción.

De este poder, ni la película, ni la novela hablan y es una pena, porque ambas tienen su encanto. ¿Serán otro producto ingenioso y sutil del poder oscuro?. Yo me aplicaría con más ahínco si cabe a labor de explicar a nuestros jóvenes que la vida no es -ni puede ser- siempre divertida y que las metas valiosas se alcanzan generalmente sin trucos y con esfuerzo. Y espero que este mensaje no me convierta en una odiosa Dolores Umbridge.

lunes, julio 16, 2007

Paternidad de verano

El verano os ofrece a muchos papás una de las pocas oportunidades de ejercer plenamente la paternidad que tenéis. Para los separados o divorciados que no habéis conseguido la custodia compartida, constituye de hecho el único periodo mínimamente prolongado de convivencia con vuestros hijos e hijas que os ha otorgado una legislación mezquina y reaccionaria. Para otros, que habéis asumido la carga de ser los proveedores principales del hogar queriéndolo o no, ocurre algo parecido, sin que ninguna ley de conciliación laboral presente o venidera parezca contemplaros. No os desaniméis y aprovechad estas semanas para que vuestros hijos e hijas descubran la vida doméstica con su padre y a través de él (gestión de los horarios y ritos cotidianos: desayunos, comidas, cenas, compras, parque, juegos compartidos, cuadernos escolares de verano, etc.; vivencia de los espacios y rutinas del hogar: cocinar, lavar la ropa, planchar, lavar los platos, limpiar la casa; seguimiento médico; ir de compras –ropa, complementos.. ; red social: invitar a la familia, a sus amigos, a los papás de sus amigos; actividades favorecedoras de las confidencias: ver y comentar películas juntos, leer libros en voz alta; etc.). En las familias tradicionales, en las que la madre asume las principales responsabilidades del hogar, sería muy aconsejable proponer una inversión de roles durante este período, que podría constituir el primer paso para un reparto de tareas y funciones más equitativo.

Vuestros hijos e hijas necesitan ver que la paternidad también se ejerce de ese modo. La semana pasada se dio a conocer un estudio de la profesora Enriqueta Díaz (www.elbaixllobregat.net/conselldones/pdf/premsa/72.pdf) donde revelaba que los adolescentes perciben la vida de hogar todavía organizada según los estereotipos y patrones de conducta tradicionales, a pesar de que son a todas luces disfuncionales e insatisfactorios.

Os equivocáis si persistís en eludir vuestras responsabilidades domésticas, autoexcluyéndoos y enajenándoos de un ámbito donde tanto os precisan, y se equivocan las mujeres que contribuyen a perpetuar ese modelo, porque les reporta beneficios secundarios. Urge asumir que la igualdad de género en el ámbito laboral conlleva indefectiblemente que hombres y mujeres también tiendan a equiparar su peso y presencia en el hogar, incluyendo todas los ámbitos la vida doméstica, desde los más impersonales (ámbito material: compras, comidas, limpieza, mantenimiento; ámbito político: toma de decisiones, establecimiento y aplicación de normas, distribución de tareas, gestión económica, gestión horaria, planificación general: eventos familiares, vacaciones, ocio, etc.), hasta los más íntimos y personalizados (cuidados y salud física; escucha, orientación, apoyo emocional y salud psíquica).

Este imperativo de nuestro tiempo histórico constituye un reto difícil –nada más peligroso que menospreciarlo- y nos está exigiendo a todos -hombres y mujeres- mucha clarividencia y capacidad de negociación. Pero, resistirse al cambio al amparo de los estereotipos tradicionales incapacita a nuestros hijos para el futuro y produce muchas disfunciones y sufrimiento. Nos jugamos mucho. Posiblemente, muchos fracasos matrimoniales tienen que ver con los problemas que se gestan en este terreno.

martes, julio 10, 2007

¡ESTO ES RITMO!. La inclusión a través de la disciplina y los contenidos.

Pocas películas relacionadas con la educación me ha causado tanto impacto como ¡Esto es ritmo!. El argumento es muy simple: doscientos cincuenta adolescentes de las más diversas procedencias y sin experiencia previa reciben durante tres meses un intenso adiestramiento para conseguir bailar un ballet inspirado en “La consagración de la primavera” de Stravinsky.

A lo largo de cien minutos, este documental nos muestra todas las fases que atraviesa un proceso de aprendizaje presidido por un reto valioso, como siempre debe suceder en la enseñanza verdadera (no en la aparente, que se conforma con distraer y contener y que renuncia a los objetivos ambiciosos).

Durante los ensayos, estos chicos y chicas, que a veces arrastran vivencias dolorosas de sus lugares de origen, se vuelcan en aprender los primeros pasos de baile y familiarizarse con la música clásica. Algunos se sienten muy inhibidos y bloqueados, otros se cansan enseguida y desean abandonar, otros ocultan sus inseguridades bajo las risas y la indisciplina. Nada de ello hace vacilar a su preparador Royston Maldoom, que nunca opta por rebajar el nivel de exigencia, ni por seducirles con argumentos complacientes, ni por conseguir inmediatas complicidades.

Al contrario, se encara con el grupo, les cuestiona, les riñe, les desenmascara sin contemplaciones y, sin más prolegómenos, vuelve al trabajo con más ahínco si cabe.

Sus mensajes son siempre claros : “sin silencio no se puede hacer nada serio”; “las actitudes insolentes sólo demuestran vuestro miedo”; “sólo con disciplina y con constancia conseguiréis vencer vuestras vacilaciones y que aflore vuestro potencial”.

Maldoom, a pesar de ser un experto en experiencias similares que lleva más 30 años ensayando proyectos de baile con muchachos de la calle, no puede evitar que algunos jóvenes abandonen durante las primeras semanas de baile. Con todo, la mayoría continúa con los ensayos y pronto se empiezan a experimentar asombrosos progresos. Con tesón y la experiencia de los primeros resultados, disminuyen los altibajos y las dudas se disipan, hasta que un día estos chicos y chicas empiezan a sentir más seguridad en si mismos y se entusiasman con su tarea.

Los testimonios del director de la orquesta, Simon Rattle, y del propio Royston Maldoom u otros profesores, explicando sus vivencias y motivaciones constituyen un magnífico contrapunto a los ensayos. También se nos muestra cómo están viviendo la experiencia tres adolesecentes del grupo. Una es Marie, muy preocupada por aprobar la secundaria. Otro es Olayinka, un huérfano de la guerra de Nigeria que ha asumido estoicamente su destino y trata de abrirse camino en Alemania, un país que le resulta ajeno y emocionalmente árido. Y otro es Martín, un chico torturado por sus inhibiciones.

El proyecto les brindará a todos la oportunidad de demostrarse a si mismos que son capaces de aprender cosas valiosas y de superar retos. En definitiva, de crecer como personas y de elaborar sus traumas personales desde una perspectiva más positiva.

Me pregunto si estos planteamientos siguen inspirando actualmente la acción pedagógica de las instituciones docentes y del profesorado en la secundaria. Me temo que ya no, y creo que ahí radica una de las causas de la insatisfacción generalizada que domina en esta etapa.

Tengo la impresión de que el carácter prioritario que se ha otorgado a un objetivo tan respetable como el de la cohesión social ha pervertido, sin pretenderlo, la acción docente en una etapa como la secundaria, en la que el proceso educativo debería girar en torno a los saberes valiosos que se trasmiten y su poder transformador. Como la mira ya no se sitúa en la promoción de esos aprendizajes, sino en conseguir cómo se pueda la inclusión (nueva divisa del progresismo pedagógico actual) de todos los adolescentes, hemos alterado fatalmente el proceso educativo, que antes se ejercía desde la legitimación y la autoridad que otorgaban esos saberes, a los que se accedía con esfuerzo, disciplina y dedicación.

Ahora, en lugar de exigirle al alumnado que se adapte a un proceso de aprendizaje preestablecido en función de unos contenidos, pedimos al sistema educativo en general y al profesor en particular, que reformule constantemente los contenidos y los procesos de aprendizaje para adaptarse al alumnado y no excluirlo. Se trata de una opción que tiene una trascendencia enorme porque supone considerar esos saberes como algo de valor secundario. Insisto, no son ya los profesores los que se han de adaptar, sino los propios contenidos y procesos aprendizaje, cuyo valor empieza a medirse no en función de criterios intrínsecos, sino en base a su poder motivador e inclusivo. Algo parecido a lo que ocurre con la publicidad o la programación televisiva.

Como señalaba Bauman, antes los alumnos eran blancos fijos situados a tiro de un profesor que les disparaba mensajes efectivos, ahora son blancos móviles que determinan sin apenas cortapisas los movimientos y la acción de un profesorado, obligado a perseguirles con proyectiles “inteligentes” que se van redireccionando sobre la marcha (Bauman es tan eficaz creando metáforas que sus mensajes a veces quedan diluidos por su brillantez, como ha señalado recientemente Helena Béjar) en medio de una confusión creciente.

La prioridad política ahora es lograr por todos los medios socializar a unos jóvenes cada vez más heterogéneos y evitar que el abandono, las sanciones o el fracaso escolar frustren este empeño. La escuela, al fin y al cabo es uno de los pocos reductos de que disponen los gobernantes para ejercer de forma efectiva su poder y parece ser la herramienta más efectiva para conseguir el objetivo de la inclusión. Si eso implica relativizar su función tradicional, no cabe duda que debe hacerse sin mayores contemplaciones.

Pero justificaciones no faltan. Este modo de actuar parece legitimado por el desprestigio de unos saberes, que son producto –se dice- de la razón unificadora que propugnó la Ilustración y que la crítica ha sabido cuestionar de modo inapelable. Ahora, ya no cabe abordar el conocimiento desde una óptica cerrada y disciplinar sino abierta, participativa y globalizada. Como ya diagnosticó Morin, estamos en un momento de disolución de los contornos y de desintegración de los dominios separados, de crisis de la hieperespacialización, de fin de los desarrollos ordenados, lineales y acumulativos, de ocaso en definitiva de la universalidad y de apogeo del relativismo. Lo congruente, por tanto, es postular dinámicas innovadoras –otra divisa ya tediosa pero siempre reiterada por las políticas educativas actuales- que inviten a construir el conocimiento de manera compartida, en escenarios no jerárquicos y verticales, sino democráticos y horizontales, que no excluyan a nadie y que favorezcan el crecimiento personal de todos. Este proceder se ve reforzado por las nuevas tecnologías de la información que multiplican las posibilidades de generar y trasmitir conocimientos colectivamente y que no exigen tanto conocimientos específicos, como competencias metacognitivas de autoregulación del aprendizaje y de relación social. El constructivismo además ya nos había enseñado que es imprescindible participar para aprender y que el trabajo colaborativo es por tanto imprescindible para fomentar el aprendizaje. Si a todo ello, añadimos que el estado-nación está en tránsito hacia el estado-red y que la metáfora reticular se ha impuesto a la priramidal, parece claro que ese es el camino correcto. Hay que promover una sociedad de sujetos singulares con plenitud de derechos que favorezca la participación de todos y todas, con independencia de sus características personales y/o sociales, sean de género, etnia, capacidad o discapacidad, o clase.

Este magma de análisis y consignas grandilocuentes, unido a apresurados desarrollos legislativos y a una presión desde arriba muy poco coherente con los principios invocados (posible entre otras cosas porque el aumento acelerado de docentes en situación precaria –interinos, sustitutos, etc.- permite ejercer un mayor control fidelizador a la cadena de mando –informes, evaluaciones, adhesiones a proyectos, etc.- y deja sin voz al profesorado veterano, cuyas bajas frecuentes expresan elocuentemente su desgaste) está convirtiendo la institución escolar –especialmente la secundaria pública- en un complejo laboratorio, dónde es bastante difícil saber que se está haciendo realmente en términos de enseñanza-aprendizaje, pero no a efectos de inclusión, que es el tema estrella permanente.

El problema es que, en este contexto, pierde importancia qué se trasmite, porque siempre los mensajes están subordinados –siguiendo la metáfora de Bauman- a la persecución del alumnado y a su predisposición receptiva. Y, si los contenidos valiosos del aprendizaje se vuelven elásticos, rebajables y readaptables, automáticamente se banalizan y diluyen, arrastrando en su desconcierto a todo el sistema educativo, herido en su entraña más íntima. Porque los contenidos que se enseñan constituyen la fuente de legitimidad de la actividad educativa, la razón del aprecio propio y ajeno. En cuanto, los contenidos dejan de ser considerados valiosos y no inspiran los retos educativos, los profesionales de la educación pierden confianza en su función –devaluada desde la misma entraña del sistema-, y los alumnos y la sociedad les pierden el respeto.

Me pregunto, qué habría conseguido Royston Maldoom si su acción pedagógica hubiese sacrificado destrezas y saberes a cambio de favorecer dinámicas inclusivas. ¿Habría soportado mantener ese enfoque hasta el final?. ¿Habría optado por disfrazar como éxito su experiencia para no incomodar a sus patrocinadores?.

Cuando el objetivo de la inclusión social devora todo el proceso educativo, la actividad educativa pierde poder de estimulación para todos y se vuelve pesada y cadenciosa. Y lo que es peor, tramposa y falsa, porque hecha semejante apuesta, volver atrás resulta complejo y puede tener costes muy elevados a corto plazo, algo que ningún responsable político desea. Por tanto, la tendencia será enmascarar la realidad y desarrollar técnicas cada vez más sofisticadas de maquillaje de los resultados.

Por eso, se tiende a aumentar el control sobre los docentes. Por eso, se les precariza cada vez más y se hace todo cuanto se puede para silenciarles y fidelizarles (¿alguien ha advertido que el profesorado cada vez decide menos y obedece más?). Por eso, se les presiona de mil maneras directas e indirectas para que declaren su compromiso con los proyectos inclusivos.

Por otra parte, y como es lógico, cada vez es mayor el número de técnicos que no se dedican a los contenidos sino directamente a la inclusión social -psicólogos, psicopedagogos, integradores, etc.- o a las estructuras paralelas de control y supervisión –dirección, evaluación, gestión económica-. Algo que sólo acaba de empezar.

En otros países ya se han empezado a levantar voces contra este desaguisado, pero parece que aquí la situación aún no ha tocado fondo todavía y aún deberemos padecer mucho. En un artículo reciente, Joan Estruch –profesor del IES Jaime Balmes y miembro muy activo de AXIA- decía que en España de momento no pasa nada, porque nuestro crecimiento económico actual, caracterizado por la riqueza fácil que depara la construcción y el turismo, se nutre sobre todo de jóvenes sin apenas cualificación, algo muy distinto de lo que ocurre en otros países europeos, donde una alta cualificación equivale a un trabajo bien valorado. Con un fuerte impacto migratorio y una estructura económica semejante, la opción escogida parece la oportuna.

Sin embargo, todas las evidencias siguen mostrando que el descuido de los contenidos se acaba pagando caro a medio y largo plazo. Por más que se cuestionen los saberes tradicionales, hoy como ayer, el alumnado que no desarrolla convenientemente sus competencias lingüísticas, ni domina la abstracción y los procedimientos matemáticos, apenas saca provecho de los nuevos escenarios horizontales y democratizadores que le brinda la “escuela participativa” o las nuevas tecnologías de la información. Todos ya hemos comprobado que Internet sin el sustrato de esas competencias lo único que hace es favorecer la impulsividad, el zappismo adictivo y el escapismo frikizante.

Hoy como ayer, necesitamos profesores que defiendan la excelencia de los saberes y que nos animen a gozarlos, pero que no nos engañen acerca del trayecto a veces arduo que nos conducirá hasta darles alcance. Hoy como ayer, comprobamos que los alumnos que salen airosos de este marasmo confuso siguen siendo los que leen mucho y tienen un notable nivel de autocontrol y autodisciplina (ese es por ejemplo el perfil de los que han sacado mejores notas en selectividad). ¿Por qué ocultar que ese es el camino?.

Durante muchos años de mi vida, promoví muy activamente la incorporación de una mirada integradora y promocionadora en la enseñanza secundaria, demasiado lastrada por su rigidez y por sus inercias esterilizadoras. Sin embargo, nunca imaginé que ese empeño podría acabar en la desnaturalización actual del proceso educativo. Mi apuesta era clara: llevar la inclusión hasta sus límites, pero nunca a costa de los contenidos, sino a través de los contenidos, algo que ¡Esto es ritmo! me ha recordado.


Reproduzco algunos de los diálogo de la película.


ROYSTON: ¡Basta! ¡Silencio!. Nos habéis hecho perder el tiempo. Porque alguno de vosotros no sois tan serios como yo. Algunos pensáis que tiene gracia que no salga bien.
SUZ: Desde el primer momento, no estáis colaborando, no hay movimiento, no hay pasión, no hay energía. No se por qué estáis aquí. La verdad, no lo sé.
CHICO: Porque la mayoría lo ve como un juego... La mayoría lo ve como un juego para pasárselo bien, no se lo toman en serio...
CHICO: Sí, pero también hay que callarse.
ROYSTON: ¿Por qué tenéis que pasarlo bien?
CHICA: Reírse es sano. Todo el mundo va siempre con cara larga.
ROYSTON: Entonces tenemos un problema. Está bien. Sí es muy serio. Lo que quiero decir es que... la razón por la que estoy en esto hace cuarenta años es porque disfruto de la seriedad de la danza. Cuando trabajo con un coreógrafo, sólo pienso: “Cuéntame más, cuéntame más, quiero saber más”. Creo que tendríais que hablarlo entre vosotros. Los que se lo toman en serio y quieren hacerlo bien tienen que decir a los que se lo están cargando cómo se sienten. ¿Qué pasa ahí? ¿Qué pasa ahí?. Son esas chicas. Sentaos bien . Va en serio. Vamos, miradme. Estoy a punto de abandonar la obra. Estoy realmente a punto, porque esta clase debería haber durado quince minutos. Vamos a vuestro ritmo, no vosotros al nuestro.
SUZ: Por duro que parezca, si constantemente les decimos que no es suficiente, que sabemos que pueden hacerlo mejor, entonces comenzarán a trabajar a ese nivel antes que si les decimos: “Genial, fantástico”, cuando ni han empezado a desarrollar su potencial.
ROYSTON: Si no logramos que se esfuercen más, cuando se junten con otros grupos, algunos de los cuales han hecho mucha danza y tienen mucha más autodisciplina, se sentirán francamente mal, y en cierto modo será culpa nuestra. Quiero que lo hablen y que tu hagas de moderadora. Hazles entender que sólo ellos pueden hacerlo ahora. Les vamos a dejar salir al escenario no importa cómo lo hagan. Aunque no queremos que queden mal. Está en sus manos ahora.
SUZ: No te preocupes. Lo tenemos muy en cuenta.
NELLY: Royston dice que nos sintamos más fuertes, que desarrollemos una fuerza en nuestro cuerpo y la proyectemos...
KEYWAN: La verdad es que no me interesa nada. Me importa una mierda. Haré lo que me digan. Más no.
FRANZI: Espera un momento. Me parece bien que nos trate de ese modo, porque así los demás comprenderán que va realmente en serio. Sí. MARIE: Por supuesto que podemos hacer más. Lo que hemos hecho no es nada extraordinario. ¿no?.
FRANZI: Yo creo que todos los estudiantes tienen posibilidad de mucho más, eso se ve también. Pero luego siempre acaban liándola.
ROYSTON: A los que están haciéndolo tan bien quiero darles la oportunidad, cuando se acabe el proyecto, de presentarlos a este grupo, con el que podrían bailar todas las semanas si quisieran.



Título: ¡ESTO ES RITMO!
Título original: Rhythm is it!
Dirección: Thomas Grube, Enrique Sánchez Lansch
País: Alemania
Año: 2004
Fecha de estreno: 04/05/2007
Duración: 100 min.
Género: Documental
Distribuidora: Karma Films Spain

http://www.karmafilms.es/estoesritmo/
http://www.karmafilms.es/estoesritmo/catalan/estoesritmo.swf

miércoles, julio 04, 2007

Masculinidades, Clooney y Martini

He aquí una divertida transgresión de los códigos de género, que admite muchas lecturas. Elementos no faltan: el dandy desfasado, la mujer torera que agresivamente emascula al toro de hielo- símbolo de la virilidad, la admiración teatralizada y concesiva del varón que persiste en su juego seductor...; un género que ha cambiado masculinizándose y otro que se ha estancado, atrapado en su propio imaginario...; la fascinación por la mujer enérgica y agresiva... Se trata de “¡Magnifico!”, el último spot de Martini, dirigido por Robert Rodríguez y con un impagable George Clooney. Siguiendo a este actor podríamos describir muy bien los avatares de la masculinidad actual.




Lo he encontrado en la bitácora colectiva BLOG DE CINE,
http://www.blogdecine.com/2007/07/03-george-clooney-magnifico.

El post se debe a Teresa Morales.